miércoles, 24 de septiembre de 2008

Foto de rigor, con los compañeros y amigos de ruta: De izquierda a derecha, Johnny Barbieri, Rodolfo Ybarra, J.J. Soto al centro, Víctor Coral y Pepe Pancorvo cerrando el flanco derecho.Foto, cortesía Sol Negro.

sábado, 20 de septiembre de 2008

El turno de este servidor, J.J. Soto
Cierra el grupo de presentadores, el poeta José Pancorvo Beingolea.
El poeta Rodolfo Ybarra -tercer presentador- en el uso de la palabra.



El poeta Johnny Barbieri toma la palabra.
El poeta y periodista Víctor Coral Cordero inicia la ronda de presentadores.
Paul Guillén, poeta y editor de Sol negro editores da inicio a la presentación de Airado verbo.
Foto: cortesía "Sol Negro"

FOTOS DE LA PRESENTACIÓN DE "AIRADO VERBO"

Presentación de Airado verbo el jueves 4 de setiembre en el auditorio de CAFAE

domingo, 14 de septiembre de 2008

MULTITUDINARIO VERBO

Johnny Barbieri, el primero de la izquierda

MULTITUDINARIO VERBO
Sobre Airado verbo (Sol negro editores, 2008) de Juan José Soto


Por: Johnny Barbieri


En “Airado Verbo”, cuarto poemario de Juan José soto, se observa primero la pretensión por una construcción verbal que sea poética en todo su sentido. La palabra pareciera estar contenida en esa lucha por crear denotaciones cada vez más significativas.
Los poemas que se presentan construidos bajo la estructura de la lírica moderna, presentan cierto aire de hermetismo que por momentos se hace ininteligible, pero configuran cuerpos que ganan a la contemplación del lector. Siguiendo sus libros anteriores, sobre todo Palabra sobre los abismos, Soto, se ha avocado a hurgar en la palabra esa intención de decir más de lo que se insinúa, busca sugerir, suscitar desde la palabra misma sin que ella sea doblegada por una mecánica superposición de ornamentos retóricos, sino por ese amor a las mismas palabras que debe tener todo gran creador, y es así como lo vemos en este su nuevo poemario.

En la primera sección de este libro, Multitudinario espejo de sombras, se presenta dos ideas concretas, por un lado la representación de abundancia y continuidad, que por momentos parece llevarnos a un estado de fertilización inagotable de imágenes, que como frente a un espejo se están repitiendo intencionadamente y, por otro lado, la representación de lo oscuro que se expresa a través de sombras, muertes, caos, noches, silencios, abismos, exilios, etc, no con un sentido de auto destrucción, sino de un estado de paso hacia la luz o mas bien del paso hacia la voz más airada, “Multitudinario espejo de sombras / de vacío rostro / de muelle exhausto / de quieta roca / que conturba la mirada”.

La segunda sección, que le da nombre al libro, Airado verbo, pareciera un bloque de encendida palabra, la pretensión estética más acuciosa, el verbo es una antorcha, al menos pretende serla, que le da iluminación a esa continuidad de sombras que se ha planteado en la primera parte del libro. Pero esta iluminación es hecha a destellos, a dentelladas, a golpes, a rupturas; se pretende quebrar el verbo que hasta ese momento se ha venido complaciente en todo sentido: Ardiente voz de hoguera / airado verbo / turbada sangre o en horda abatida por el golpe de un verso / aunque luego acometan / Rayos escondidos entre los árboles / los ojos grandes de la furia / la muerte rozagante a gritos.
El poeta ha logrado, a estas alturas, un constructo que sólo es concebido como relación de continuidad progresiva: de la oscuridad a la luz, del ornamento a la consistencia, de la aflicción a lo exultante, de la voz evadida al airado verbo.

La tercera y última parte, Galope de tormentas, que consta apenas de tres poemas, pareciera que la intención del autor es galopar, efectivamente, sobre esa anchurosa extensión que es la palabra revestido, en este caso, de un verbo enfurecido, pero sin embargo aquel galope que se presupone desbocado, encabritado logra un trote de lo más contemplativo y gustoso a la vista. El amor atenúa la fuerza impetuosa y lo vuelve más encarnecida, incluso diría yo, más vital. El poema XVII es el más representativo, hubiéramos deseado otros poemas bajo este mismo formato, quizás estaríamos hablando de una tercera parte que no sea ni sombra multitudinaria, ni luz enceguecedora, sino verbo rozagante, pleno en el sentido completo de la palabra. Aun así, Soto, logra concretar un tercer momento del libro que es más carne que verbo enrarecido: Nora / impetuoso latido del amanecer / que seduce la integridad de la noche / coges la raíz invicta del viento y sus formas / entre manos de malvas de luceros / agitas la quietud de los recodos / y la sangre imperturbable del guerrero.

Juan José Soto, con este poemario, afirma aquella búsqueda apasionada, de los poetas del 90, por desarrollar un lenguaje libre de coloquialismos insulsos; ese hallar la esencia de la poesía en lo más profundo de uno mismo. Teniendo en cuenta las palabras de Paz: “A estas alturas, después de más de dos milenios de especulaciones estéticas, de Aristóteles a Heidegger, padecemos una suerte de mareo filosófico y nadie sabe ya a ciencia cierta qué significa realmente la poesía”. Lo que gana en este libro es esa imperturbable búsqueda, que brota de lo más hondo como los latidos y que aún cerrados los ojos reconocemos la magia del verbo, que Soto lo tiene muy claro, ese verbo que sólo es concebido como poesía.

Johnny Barbieri
Lima, setiembre de 2008

(Texto leído en la presentación del poemario “Airado verbo” de Juan José Soto, en el Centro Cultural CAFAE-SE "José María Arguedas, Lima, el día 4 de setiembre de 2008)

ENTRE LA VÍSCERA Y EL ESPÍRITU

Víctor Coral, en el uso de la palabra
ENTRE LA VÍSCERA Y EL ESPÍRITU
Por Víctor Coral

Poesía es una antorcha/ Enciende palabras/ Ojos inmóviles/ La ansiosa mirada de la muerte
Está muy difundido el pensar la poesía como una suerte de refugio ante la vulgaridad extendida y celebrada de la sociedad moderna. Una suerte de reducto donde lo sutil, lo espiritual y lo genuino encuentran un lugar donde florecer libres de la lluvia nuclear de lo feo y lo innoble. La poesía ilumina pero, ¿qué deja ver? Las entrañas del poeta, sus miserias y miserabilidades, que son el reverso exacto de la monstruosidad del entorno sistémico. Pero la poesía también enciende a las palabras, las encamina, las potencia. Esa la labor esencial, su sino. Sin poesía no hay palabra posible, es más, sin poesía no hay comunicación, porque la comunicación de lo incomunicable es el único objetivo auténtico del poeta, y esa comunicación solo la poesía la puede asegurar, a veces.



Y claro, para ver las tenebrosidades de lo inefable hay que tener los ojos inmóviles, que no es lo mismo que tenerlos yertos o apagados. Ojos inmóviles para captar en el momento preciso el ramalazo de luz que anuncie nuestra redención, ojos abiertos y fijos para ampliar lo real, para desmenuzarlo hasta palpar, como en el fondo de un pantano, un objeto novísimo, inédito, la diosa ambarina que anuncie las bodas de la fijeza con lo trascendente (Lezama dixit), para registrarlo, para celebrarlo, para serlo.



Y la ansiosa mirada de la muerte...a estas alturas solo la poesía nos enfrenta, cuando quiere, a la muerte, a la experiencia más importante de la vida, y ello tiene que sonar contradictorio porque las grandes verdades parecen siempre contradictorias, porque la vida misma es una contradicción que debemos superar, ¿mediante qué? Mediante la muerte. Pero hablo aquí de una muerte plena, de una conquista, de la muerte propia rilkeana. La muerte que es producto de una sucesión intensa de muertes previas. Porque nada es fácil y hay que morir muchas veces para conquistar tu propia muerte: morir para la imagen fútil, para el vociferío torpe, para la ambición estéril; pero no para la palabra, para el saber, para la poesía, porque son esos los desequilibrados pasadizos que al paraíso, de una buena muerte, nos llevan, si a algún lugar van.



Y este cuerpo harto en la intemperie/ Granizada de precipitado beso/ Al otro lado del reino



Y claro, está lo del cuerpo, el ancla inevitable de todo desvarío, el lastre que sofrena nuestro ascenso, el medio que se opone a cualquier fin supremo. El cuerpo, el cuerpo, siempre recomenzado. El que nos empuja, en la juventud, a la experiencia por la experiencia misma, a la exploración de los límites y de los excesos, para después tarde o temprano, meternos el puñal de sus dolencias, de sus traiciones y cangrejos, la factura ominosa que no respeta al poeta ni a sus perros ni a sus cenizas, que lo quiere convertir en en un NN. Ese cuerpo exhausto, extenuado, que en un momento repudia la intemperie y pide vivir en el sosiego de una dignidad. Ese cuerpo animal que, domesticado siempre tarde, nos permitirá, si acaso, otear el otro lado del reino de la necesidad a que nos tiene confinado desde el nacimiento. Y ya con ese oteo es suficiente, pues no es oficio ni target de la poesía salvar al individuo o al mundo, sino decirle que hay algo más allá de este mundo suciamente manifestado, al otro lado del reino y que nos espera siempre y cuando hagamos algo por acercarnos a él. Hay poesía de este lado del reino y del otro. Yo quiero establecer el carácter axial, de axis mundi de la poesía de Soto: es un puente verbal entre las determinaciones de la víscera y las ambiciones del espíritu. Esa es su libertad y su singularidad. Ese, su brillo.



Texto leído el 4 de septiembre de 2008 en el CAFAE- José Maria Arguedas con motivo de la presentación de “Airado verbo” .

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